Mientras se descargaba el vídeo, concluí que la solución más conveniente, e inmediata, era dejar de darle vueltas y presentarme en una comisaría.
Todo problema complejo tiene una solución evidentemente simple y terriblemente errónea, porque «Señor agente, vengo a denunciar que he encontrado tres fotografías mías, en situación comprometida en Nueva Orleans, en un teléfono que estaba en el probador de una tienda. Ya no están porque las he borrado. Y además he recibido estos mensajes..» no parecía una sólida historia. Era más bien ridícula. Patética. Se reirían de mi cuando me diera la vuelta, después de soportar sus comentarios condescendientes.
No me quedaba otra que arreglármelas por mi cuenta. O esperar. Pero no soy mujer de actitud contemplativa.
Los días de pasión en Nueva Orleans quedaron en el pasado. Como mi trabajo en el departamento de recursos humanos de una gran petrolera «posh» que hacia extracciones en el Golfo de México. Y como el bobo aquel, que se creía la pasión entre Lestat y Louis como una acto de fe y repetía, monótonamente, el «llevo escuchando la misma historia durante siglos». Rememorándolo, me sorprendo a mi misma. No sé en qué estaba pensando entonces para dedicarle mi atención. Que era extraordinariamente hermoso ayudaba, pero lo mismo que una estatua, y se comportaba como tal. Por eso dejarle no supuso una tragedia. Casi ni se enteró. Yo tampoco. Estaba frío.
Sin embargo, en los clubs de Nueva Orleans era un cebo irresistible. Su carne llamaba la atención en el French Quarter. Igual que les ocurre a tantos otros que, disfrazados, recorren sus calles. Pero el bobo no necesitaba cubrirse con nada. Ni fingir que le gustaba el jazz.
El vídeo era breve, quince segundos, y mostraba la animada conversación de dos hombres en Bourbon Street. Sus rasgos no me eran desconocidos.
– No puedes imaginar quién soy – me volvió a escribir. Y luego vino una cadena de 6 mensajes. Uno detrás de otro, con su correspondiente vibración.
«No me has visto nunca»
«Pero llevo mucho tiempo observándote»
«Me has ignorado»
«Pero ahora ya no puedes hacerlo»
«Meralgia, sé todo de ti»
«Tengo las pruebas»
El final del vídeo era una imagen estática de un club. Esa fotografía también la tomó el bobo justo antes del fin de semana de Halloween de 2004. Pero, sorprendentemente, me había quitado del encuadre. Y ya se sabe que la perspectiva crea el orden, como la mirada la realidad.
Algo muy gordo tiene que haberle hecho a alguien Meralgia como para recibir semejante digamos «correctivo». Un abrazo.
No es lo que ella ha hecho, es lo que los demás han sentido