Perspectiva

Toda realidad tiene infinitas perspectivas. No todas iguales. A veces incoherentes. Unas feas. Otras bonitas. Yo tengo la mía. Que no me impide disfrutar de otras, brillantes, sarcásticas, divertidas, paradójicas, surrealistas.

Fatiga social

Estar disponible, todo el día, a todas horas, en cualquier lugar, es el signo de los tiempos. Y todo para casi nada, casi siempre. Para oír lamentos, escuchar penas, responder a solicitudes vanas. Hay que aceptarlo. Somos así. Miedo, envidia y fantasía nos mantienen funcionando.

Metáfora

Los adornos navideños estallan contra el suelo y se rompen en pedazos. El punto de fuga queda bloqueado y, mientras, capturo mi reflejo.

¿Es una metáfora?

Nada más importa

Colgué el teléfono. No sabía si reír. O no. Yo. O fingir que no había escuchando y seguir con mis cosas.

Gustavo no olvida. Nunca. Y me había llamado para vernos. Quería recorrer los mismos sitios que solíamos frecuentar noche tras noche antes de que se marchara a Roma. Una excusa. Tonta y mala. Como siempre. Ambos sabíamos lo que la mentira esconde. Esa necesidad casi obsesiva de acaparar la atención que le es propia. Cuando él quiere, de quien él quiere, como él quiera. Nada más importa.

Lo que no existe

Por un instante, todo se detiene. La imagen del ciclista queda congelada en el momento, para siempre. Y su reflejo también. Cuando lo mires, sabrás que ya no existe. Que ya pasó. Lo que queda es el recuerdo de un instante que nadie más que el fotógrafo tuvo la intención de ver.

Todos estos momentos, incontables, desaparecen continuamente. Nunca volverán.

Montaña Rusa

No sé si estamos en una montaña rusa o en una ruleta rusa. «Celebrar o morir» parece ser el lema de muchos, tal como muy bien ha descrito Rafael Bengoa.

No sé si es que estamos anestesiados. O simplemente somos narcisistas malignos, con mucha empatía cognitiva pero poca afectiva.

A juzgar por todo lo que se ve, lee y escucha en los medios, todos alcanzamos a comprender muy bien lo mal que actúan los demás. Lo que no tenemos tan claro es cómo actuar cada uno de nosotros. Porque si lo supieramos, ¿estaríamos tal como estamos?

El dolor que expresamos debe ser, en gran medida, fingido. Si no, sería insoportable.