Metaverso, Sanidad y Salud

Podríamos definir los metaversos como entornos virtuales colectivos y compartidos en el ciberespacio (la nube) en los que se intercambian experiencias mediante el uso de representaciones virtuales de objetos y seres vivos (avatares) que confluyen con la realidad física.

Y aquí tenéis un ejemplo de un universo virtual completo (metaverso) en la película Ready Player One de Steven Spielberg.

Siguiendo a la carrera a Mark Zukerberg, que no sólo trabaja para crear un metaverso sino que ha dado el nombre de Meta a su propia compañía, se ha iniciado una competición por llevar la sanidad a universos virtuales.

Los dos objetivos primordiales son:

  1. Provision de asistencia sanitaria
  2. Formación y entrenamiento de profesionales

Las cuatro herramientas a las que se otorga mayor capacidad de influir en la prestación de servicio y en la promoción de la salud son:

  1. Telepresencia
  2. Gemelos digitales: reproducciones digitales de objetos, procesos o sistemas
  3. NFTs (non-fungible tokens) o certificado digital de autenticidad)
  4. Tecnología blockchain

Esta tecnología podría servir para crear centros sanitarios virtuales para la asistencia o juegos serios para la promoción de la salud.

En cualquier caso, nos guste o no, parece que la evolución es inevitable porque se alimenta de un par de deseos clave en la fantasía de nuestra especie: la deificación de homo sapiens y la trascendencia.

El potencial es enorme, pero los riesgos también.

Será necesario establecer una apropiada regulación sobre protección de derechos de los individuos y los grupos para evitar que unos pocos tengan el control sobre un recurso de extraordinario poder. Habrá que investigar los efectos psicológicos de habitar universos virtuales con capacidad para sobrepasar barreras hasta ahora infranqueables. Y, sobre todo, tendremos que asegurarnos de que obtener asistencia sanitaria en mundos virtuales es bueno para la salud de las personas y de las comunidades.

Transformar la Sanidad: abandonar el volumen, medir el valor

Si continuamos en un modelo de medicina «moderna», basada en medirnos el volumen de servicios que producimos, ningún sistema sanitario será sostenible (definida la sostenibilidad como dar más servicios por el mismo gasto o dar los mismos con menos).

Transformar la sanidad nos va a obligar a dejar en segundo plano la medida de recursos materiales, humanos y de cantidad de servicios que constituyen y proporciona el sistema, para empezar a priorizar la medida, cuantificación y comparación de los resultados que se genera para los usuarios.

Es decir, tenemos que empezar a medir el valor que produce el sistema para el individuo y para la población.

Healthcare IoT

El concepto «internet of things» (internet de las cosas) fue propuesto en el MIT por Kevin Ashton, a finales del siglo XX y surge de la evolución tecnológica que relaciona la interconexión digital de los dispositivos que nos rodean con la ideología del internet del siglo XXI:

1. Detección de datos e información personal
2. Interconexión social
3. Comunicación en red
4. Almacenamiento de datos
5. Computación en nube
6. Minería de datos
7. Inteligencia artificial

Actualmente, un gran número de objetos están diseñados para detectar y transmitir datos individuales relacionados con la actividad personal y social. Y de todos el más relevante es el teléfono móvil.

Este dispositivo, el teléfono móvil, evolucionó de ser un mero terminal de comunicación interpersonal por transmisión de voz a un sensor/conector del individuo con internet y, por tanto, con el resto del mundo enganchado a la misma red. Pasó de ser un «cell phone» a ser un «smartphone». De tonto a inteligente.

Pero ahora, poco tiempo después del lanzamiento del iPhone, el dispositivo que inició la popularización del teléfono inteligente, queda poco que no sea potencialmente «inteligente». Gafas, camisetas, calcetines, zapatillas de deporte, lentillas, frigoríficos, coches, edificios… incluso hay condones inteligentes.

Parece evidente el potencial uso de los datos recogidos por todas estas «cosas» con fines médicos y sanitarios. Sin embargo, no resulta fácil entender como toda esta información acumulada se utilizará para hacer realidad una medicina 5P, personalizada, predictiva, participativa, preventiva y poblacional.

De entrada, carecemos de un modelo de uso sensato. Y si lo tuviéramos, sería antiguo, porque la sociedad no evoluciona a la misma velocidad que la tecnología. Es el precio que pagamos por la ley de Moore.

La inteligencia no está en las respuestas, sino en las preguntas que tenemos que afrontar con los datos sanitarios. Pero resulta que, más que preguntas, a mi me vienen a la cabeza meras conjeturas:
¿Qué significan determinados datos en un individuo?
¿Nos estamos dejando alguno fuera?
¿Significan lo mismo en todos?
¿Estamos recogiendo datos innecesarios?
¿Qué haremos cuando detectemos cambios en los datos?
¿Qué capacidad de predecir algo relevante tienen?
¿Qué impacto tiene recoger y almacenar datos en la salud individual y de la población?
¿Cómo almacenamos los datos?
¿Cuánto tiempo se guardan?
¿Dónde se guardan?
¿Quién los guarda?
¿Quién los explota?
¿Quién paga esta fiesta de información?
¿Qué valor estamos dando a pacientes, profesionales y gestores?

Os recomiendo este informe de Intel Security, antes McAfee, sobre la sanidad y el internet de las cosas.

You asked for solutions to clinical problems. We gave you papers

What is the ultimate scientific publication for the clinical scientist of the 21st century?

Over the last half of the 20th century, manuscripts published in peer-reviewed scientific journals became the gold standard for both knowledge dissemination and career promotion, being “impact factor” and “citations” two surrogate markers for success. Not surprisingly, the number of publications in high-impact journals within a field is key for a researcher who applies for a grant, whereas the grants are essential to fund the research that merits publication in high-impact journals. Weird, isn’t it?

The primary objective of knowledge generation should be neither citation nor impact factor. In the clinical setting, knowledge should be generated to answer questions, to solve problems, to address human needs. However, it has been extremely difficult, if not impossible, to find the right indicators to measure how much a “paper” improves individual patient care, the standard of care, and even worse, to quantify its impact on health-related outcomes, beyond systematic reviews and meta-analysis that defined the new paradigm of clinical practice in the past century: evidence-based medicine.

Almost simultaneously to the development of modern research, information and communication technology (ICT) have induced radical social and cultural changes. ICT has rapidly evolved from the undanymic access to the internet from a desktop computer in the 90’s, to applications (apps) designed to perform specific tasks in mobile phones.

Currently, clinical knowledge can be processed, packed and made immediately available for healthcare professionals and citizens through apps downloaded to the mobile healthcare center, the smartphone. Ubiquitous communication and data collection through apps (linked to information systems) used by healthcare professionals and patients may establish a two-way street between knowledge managers and knowledge users, skipping the traditional intermediate barriers.

We propose a radical change. Let’s abandon the “old manuscript” as the only “gold standard” and let’s focus on tools that allow clinical scientists to disseminate their knowledge and to quantify how much the final users benefit from it. Let’s consider healthcare IT tools (i.e apps) the new “gold standard” of the 21st century.

Several issues remain unsolved: the review process, validation, how to incorporate apps into clinical practice, data exploitation… We know it is not easy, but it doesn’t mean it’s not worthwhile.

Transformación sanitaria: la salud en los tiempos del big data

Sin título

Que dice Zek Emanuel que la reforma sanitaria en Estados Unidos triunfará gracias al «big data»

Para nosotros, en la Unidad de Innovación del IdISSC, la transformación sanitaria sólo se desarrollará si conseguimos innovar en:

1. Modelo

2. Tecnología

3. Sociedad

Los datos, aplicados sobre el modelo correcto, nos permitirán responder a las preguntas de los tres actores principales del sistema: pacientes, profesionales y gestores.

Pero siempre tenemos que recordar que si no cambiamos el modelo no podremos hacer preguntas inteligentes, ni entender si los resultados esperados (calculados según los resultados experimentales de la Medicina Basada en la Evidencia) se corresponden con los resultados reales de los sistemas sanitarios.

Innovación y seguridad del paciente

Un sistema sanitario debe tener la innovación, es decir la transformación del conocimiento en valor, como una prioridad.

Más aún cuando se trata de conseguir una asistencia sanitaria más segura. El fin de la innovación es doble:

1. La mejora continua de los resultados
2.La capacidad de valorizar el conocimiento, introduciendo la posibilidad de obtener un retorno para las organizaciones.

Lamentablemente para los pacientes, el sistema sanitario no fue diseñado como una organización de alta fiabilidad en la forma que lo fueron las centrales nucleares o el control del tráfico aéreo para los ciudadanos o los pasajeros.

Un informe reciente de la Joint Commission hacía notar que “We discovered that the ways that high-reliability organizations generate and maintain high levels of safety cannot be directly applied to today’s hospitals” (Chassin M, Loeb JM, High reliability healthcare: getting there from here. The Milbank Quarterly, Vol. 91, No. 3, 2013 (pp. 459–490)).

Pero tampoco tiene la resiliencia, o capacidad del sistema para sobrevivir y retornar al nivel operativo normal tras los retos a lo que se le somete.

Por eso, desde la perspectiva de la ingeniería de la resiliencia se sugiere “a resilience approach that recognizes any organizational system is inherently flawed, operating close to its performance limits, and requires management of deviations as soon as possible after they are detected” (Nemeth C, Cook R, Reliability versus resilience: what does healthcare need? Proceedings of the Human Factors and Ergonomics Society Annual Meeting 2007;51:11 621-625).

Innovación, sanidad y datos

Los profesionales sanitarios son, a la vez, innovadores y conservadores. Sin embargo, parece que el sistema no evoluciona con la velocidad que la sociedad le requiere.

Pero en tiempos de crisis, necesitamos más que nunca la innovación

Los líderes del nuevo orden

Dice Clayton Christensen, profesor de la Facultad de Económicas de Harvard, que el reto al que se enfrenta la sanidad, hacer que la atención sea accesible y asequible para todos, no es exclusivo de este área. Y todo el mundo busca la “disrupción”.

Según Christensen, hay tres ejes sobre los que actuar: 1. Tecnología simplificadora 2. Innovación en el modelo de negocio 3. Red de valor disruptiva.

Y en cuanto a la gestión del cambio…

«Generally, the leading practitioners of the old order become the victims of disruption, not the initiators of it. But properly educated, the leaders of the existing systems can take the lead in disrupting themselves—because while leaders instinctively view disruption as a threat, it always proves to be an extraordinary growth opportunity. Hence, IBM played a huge role in creating the personal computer industry; the department store Dayton-Hudson launched Target; and Hewlett-Packard created and grew to dominate the disruptive ink-jet printer business. When they follow the rules we’ve described in our research, the leaders in the old indeed can become the leaders of the new.»

Si quieren saber más, les recomiendo que lean este extracto del libro del propio Christensen, Jerome Grossman y Jason Hwang.

Y si quieren aprender más sobre innovación y liderazgo, les recomiendo la iniciativa del MIT a cuya cabeza esta Fiona Murray.