La RANM en Harvard: el tercer día

Con el cambio horario, el sueño se desvanece antes de que amanezca. Y el día 31 de mayo no fue diferente.

Era día libre para mi; mientras, los académicos involucrados en el Diccionario Panhispánico de Términos Médicos iban a estar ocupados en una reunión de trabajo con el Instituto Cervantes en Harvard.

Después de escribir algunas ideas y de pasar un par de horas contestando correos electrónicos, decidí salir de nuevo a ver la ciudad.

En el verano de 2016 había estado en una visita breve y, desde entonces, la actividad constructora había crecido desorbitadamente. Y, por fin, el concesionario de Tesla había abierto en el Prudential.

Por la noche, había quedado a cenar Norberto Malpica, brillante investigador y mejor persona con el que trabajé en la dirección del consorcio MVision en Madrid, y con Martha Gray, la directora de MVision por parte del MIT.

Charlamos, nos reímos y planeamos nuevos proyectos. Esto me lleva a recordar que la innovación no es una cuestión de tecnología, sino de personas.

Continuará…

Adiós 2015: Ain’t no stopping us now

Un día como hoy, el 31 de diciembre de 1995, salía del Hospital Clínico con una bolsa llena de cosas. Había terminado mi última guardia como residente en la Recuperación Quirúrgica y, a la vez, los cinco años de formación especializada. A partir del 1 de enero de 1996 me podría llamar, oficialmente, «cirujano».

Aún hoy, 31 de diciembre de 2015, recuerdo con total claridad mi recorrido hasta el coche, que estaba aparcado en Isaac Peral, casi esquina con Julián Romea. Abrí la puerta, dejé mis cosas en el asiento trasero y me senté al volante.

Antes de abrocharme el cinturón, eché un último vistazo al edificio en el que había estudiado la carrera, escrito mi tesis doctoral y completado la formación como cirujano general y del aparato digestivo. Intenté, como hago casi siempre, fijar la imagen por si nunca tenía ocasión de volver a trabajar allí. Quería llevármelo como recuerdo para siempre en la memoria.

Ya sabía cual era mi siguiente destino. El Fondo de Investigación Sanitaria del Instituto de Salud Carlos III me había concedido una Beca de Ampliación de Estudios para irme un año a Boston, al Departamento de Cirugía del Hospital Beth Israel.

Eso sí que iba a ser un gran cambio.

Nada de zonas de confort.

Empaquetar un par de maletas y marcharnos, todavía sin un apartamento alquilado. En 1996 la administración norteamericana cerró por los enfrentamientos de Clinton con el Congreso. Y cayó la famosa blizzard del 96.

Hay que recordar que en 1995 no había posibilidad de hacer visitas virtuales o alquilar un apartamento on-line. Sólo me servía la experiencia previa en la ciudad, durante la rotación como residente en 1994: una habitación alquilada en Coolidge Corner hasta que encontrara un apartamento lo más próximo posible al hospital (que luego resultaría ser uno en la torre del Children’s en la Longwood Galleria).

Me resultaba imposible predecir lo que iba a pasar. Pero pasó. Y he llegado hasta el ahora en unos 20 años magníficos. He conocido a personas extraordinarias, he visitado lugares increíbles, he tenido opciones inimaginables para estar absolutamente satisfecho con mi vida personal y profesional.

Pero ahora quiero pensar en los próximos 20 años. Y lo cierto es que el 31 de diciembre de 2035, en el mejor de los escenarios posibles, estaré jubilado.

Así que no voy a dejar pasar ni una de las oportunidades de hacer cosas distintas y que resulten interesantes. No voy a decir que no si se me presentan. Me da igual lo que me digan. Sigo dispuesto a probar y confundirme. A ensayar y rectificar. No me resignaré a pasar los próximos 20 años de mi vida viendo crecer un árbol. Salvo que me haya incorporado yo mismo al paisaje. En ese caso, no me quedará otra.

PD: Y seguiré intentando enviar el ascensor para abajo