En la Semana de San Carlos, 25 de 230 años no son nada.

El pasado día 3 de Noviembre, junto con un gran número de compañeros y colegas del Hospital Clínico, recibimos el reconocimiento por haber cumplido 25 años de trabajo en la institución.

Entré como residente en 1991, y salvo por algo más de un año que estuve fuera, como «fellow» en el Beth Israel Deaconess Medical Center de Boston, han sido 25 años increíbles.

Confesaré que llegué al Hospital como estudiante por sorteo. En segundo curso se hacía una loteria para la distribución de estudiantes en los distintos hospitales afiliados a la Universidad Complutense. Y no tuve opción, cuando llegó a mi apellido, el Clínico era lo único que quedaba. No podía saber entonces lo que pasaría después.

No tengo ninguna tradición médica en la familia. De hecho, tampoco universitaria. Soy el primero que se benefició de la «escalera social» que apareció como consecuencia del regimen del 78. Y así conseguí ser primero estudiante, luego residente, posteriormente facultativo especialista, jefe de sección y, ahora, director médico.

No puedo atribuirme mucho mérito, salvo la perseverancia y la micro-ambición, como dice Tim Minchin. Lo demás se lo debo a compañeros, colegas, maestros, jefes, estudiantes, mentores, amigos y, sobre todo, a mi familia. Por encima de todo. Yo soy su producto. Y a mi juicio, no salí del todo mal. ¿Qué voy a decir yo?

Un honor y un privilegio ser del Clínico. Un honor y un privilegio, junto con todos los demás, ser el Clínico. Un lugar de personas, para las personas. No seremos el mejor hospital del mundo, pero esperamos ser el mejor hospital para nuestros pacientes, y para todos los demás.

En la Semana de San Carlos, 25 de 230 años no son nada.

Graduación 2010-2016

La graduación de la promoción 2010-2016 de la Facultad de Medicina-Hospital Clínico San Carlos ha sido la primera en la que, en mi calidad de Director Médico del Hospital y de profesor de la Universidad Complutense de Madrid, he tenido que estar en la mesa presidencial y dirigir unas palabras a la nuevos graduados.

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Eso me ha obligado a ponerme el traje académico y a desfilar, como en un rito de iniciación, por el Anfiteatro Ramón y Cajal de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense, bajo los acordes de «Jesús Alegría de los hombres» interpretado al violín.

El acto ha tenido momentos emocionantes, con la entrega de la beca y del diploma a los alumnos de la promoción. Y después de realizar el Juramento Hipocrático, el decano Prof. José Luís Alvarez-Sala me ha expresado el agradecimiento a los médicos del Hospital Clínico y dos de mis antiguos alumnos, ahora nuevos colegas, han tenido bonitas palabras para mi.

Han recordado mi insistencia en el tacto rectal y mi insensible sinceridad con el «quien no mete el dedo, mete la pata». También han glosado mi figura pública, señalando que aparezco más en televisión que los deportistas de éxito, que soy un cirujano 2.0 y que, para no quedarme ahí, acabo de sacar mi primera novela.

Había que estar a la altura. Esperaban mis palabras. Y este es mi breve discurso:

Ilmo Sr. Decano, autoridades académicas, Sr. Gerente del Hospital Clínico, profesores, colegas, señoras y señores:

Quiero felicitarles a ustedes y a los suyos, padres, hermanos, familia, novios y novias, amigos y profesores por este nuevo hito en sus vidas. Y lo hago porque, como diría Hillary Clinton y en homenaje al Prof. Fernández-Cruz, «it takes a village«.

En este acto celebramos su éxito académico y, tras la oportuna colegiación, su incorporación a la profesión médica. A la vez, entran a formar parte de la historia del Hospital Clínico San Carlos, una institución de 229 años de antigüedad, paradigma de la asistencia, la docencia e la investigación biomédica española e internacional, que hoy tengo el honor de dirigir.

Sin duda, tras esta celebración comienza otro periodo de incertidumbre ante el futuro profesional. Algo que no es nuevo para ustedes. Muchas preguntas surgirán a lo largo de los próximos meses, dudarán sobre el examen MIR, sobre la especialidad a escoger, sobre el hospital donde realizar su formación…

Quiero pedirles que no se desanimen, que no crean que existe un destino del que no pueden escapar. Somos todos, con nuestra forma de pensar, con nuestras ideas y creencias y nuestra forma de actuar los que construimos lo que existe, lo que vemos y vivimos. Son ustedes arquitectos de nuestro futuro. El de todos. Y serán los médicos que nos cuiden al enfermar, que investiguen nuevas soluciones a problemas sin resolver y también formarán a las próximas generaciones de profesionales. Exactamente igual que los que estamos en el estrado, o muchos de los que se sientan entre ustedes.

No son estas responsabilidades menores. Lo sabemos. Pero son personas excelentemente preparadas para afrontar esos retos. Tienen la capacidad, la actitud y las herramientas para ello. Aunque no basta con eso. Esperamos también que sean ustedes buena gente . No se puede ser un gran médico sin ser una buena persona.

No quiero extenderme más. Confiamos en ustedes, para que piensen diferente, para que construyan una medicina mejor dentro de un mundo mejor, y para que nuestra profesión siga teniendo los principios bioéticos de autonomía, beneficencia, no maleficencia y justicia como eje de nuestra relación con los pacientes. Sin olvidar que médicos somos unos pocos, pero pacientes somos todos.

De nuevo, enhorabuena por su trabajo y sus triunfos. Como colegas, pueden contar nosotros, con el Hospital Clínico, para todo aquello en que les podamos ayudar.

Mucha éxito»

JM

Desde el martes 1 de marzo de 2016 he pasado a ser director médico del Hospital Clínico San Carlos.

He recibido abrumadoras muestras de apoyo dentro y fuera del Hospital. Las agradezco enormemente. Pero también hay quien me ha transmitido su preocupación por la dificultad del reto y por lo carga que va a suponer.

Hay tres maneras de plantearse esta nueva situación:

1. Dejarla pasar
2. Intentar hacer cosas sin riesgo
3. Trabajar con un plan y un equipo para conseguir mejoras, asumiendo los riesgos y con un plan de contingencia

Evidentemente, he elegido la última opción. Como dije en una entrada el último día del año 2015, no he llegado a este momento de mi vida para dedicarme exclusivamente a criticar lo que no me gusta, sin actuar.

No estoy dispuesto a ser un mero espectador de la realidad que me rodea, aunque no me gusten algunas de las decisiones que tenga que tomar. O, simplemente, alguno de los objetivos y de los planes no se consigan o cumplan.

Quejarse de que las cosas funcionan mal y seguir haciéndolas igual no parece una solución muy inteligente, sea uno un egoísta o un altruista.

Esperemos a ver lo que ocurre. Hablamos en 3 meses.
JM