No es hasta que llegan estas fechas de alegría real y fingida, como los orgasmos, cuando te das cuenta de lo conectado que estás. Mucho. Muy conectado. Hiperconectado.
Lo empiezas a sentir cuando te llega el primer mensaje. Uyuyuy… Esto se va a disparar. Sin control. Sin filtro.
Por Facebook. Por Twitter. Por LinkedIn. Por correo electrónico y por WhatsApp. Por Line e incluso por SMS. ¡Qué locura!, por SMS también. Y sientes el vértigo de no poder contestar. No puedes atender tanta auto-demanda. Porque eres tú quien quiere responder, pero no tienes dedos y dispositivos suficientes para, cual Nacho Cano del teclado, contestar a tantos contactos que te desean Feliz Navidad.