Estamos en un punto crítico en el que el potencial de la inteligencia artificial (IA) parece ilimitado, pero también lo son los riesgos que conlleva. Shahar Avin, investigador en el Centro para el Estudio del Riesgo Existencial, y Gadi Evron, experto en ciberseguridad, nos invitaron a reflexionar sobre este momento histórico en el reciente forum sobre Embodied AI organizado por la Fundación Bankinter dentro de su programa de Future Trends Forum. Entre la promesa de un futuro brillante y la sombra de un posible desastre, la pregunta es inevitable: ¿cómo asegurarnos de que la IA se convierta en una herramienta para el progreso y no en el catalizador de nuestra propia destrucción?
Para Avin, los riesgos existenciales son aquellos que amenazan con borrar a la humanidad o limitar de forma irreversible nuestro potencial. La IA, con su capacidad para transformar cada aspecto de nuestras vidas, también encierra un peligro latente. Desde sistemas que actúan fuera de nuestro control hasta el uso malicioso de la tecnología, las posibilidades de daño no pueden ser ignoradas.
Evron, desde su experiencia en la ciberseguridad, nos alerta sobre las vulnerabilidades inherentes en cualquier tecnología. En el caso de la IA, estas vulnerabilidades pueden escalar a niveles catastróficos si no se abordan desde su diseño. «La IA es solo tan segura como las medidas que implementamos para protegerla», señala con precisión.
El dilema de la innovación y la seguridad
Uno de los mayores desafíos que plantea la IA es el equilibrio entre el avance tecnológico y la precaución necesaria. ¿Cómo podemos aprovechar el poder de la IA sin correr riesgos innecesarios? Avin y Evron coinciden en que la clave está en actuar con previsión.
Avin aboga por un enfoque basado en pruebas rigurosas y evaluación continua. Desde el Instituto de Seguridad de la IA en el Reino Unido, trabaja para identificar los riesgos antes de que se materialicen. Según él, «la verdadera innovación no está en crear sin freno, sino en asegurarnos de que lo creado sea seguro y beneficie a todos».
Por su parte, Evron enfatiza la importancia del diseño seguro desde el principio. Utiliza una metáfora sencilla pero poderosa: «Construir un sistema de IA sin pensar en su seguridad es como levantar un rascacielos sobre cimientos de arena. El colapso es inevitable».
La responsabilidad colectiva
Pero este no es un desafío que puedan afrontar solos los expertos o los legisladores. Avin subraya la necesidad de un enfoque interdisciplinario que combine tecnología, ética, sociología y política. Solo con una diversidad de perspectivas podemos crear sistemas de IA que reflejen las complejidades de la humanidad.
Evron complementa esta visión, argumentando que las alianzas entre tecnólogos, gobiernos y expertos en seguridad son esenciales. «No se trata de qué puede hacer cada sector por separado, sino de cómo podemos colaborar para protegernos colectivamente», afirma.
El desenlace depende de nosotros
La narrativa de la inteligencia artificial aún está por escribirse, pero una cosa está clara: la forma en que gestionemos sus riesgos y posibilidades definirá el curso de la historia. Como humanidad, tenemos el poder de convertir la IA en un motor de progreso que nos impulse hacia un futuro mejor o en una herramienta que exacerbe desigualdades y genere caos.
La reflexión no puede esperar. ¿Estamos preparados para hacer las preguntas difíciles? ¿Para tomar decisiones con la mirada puesta en el largo plazo? Como bien dice Avin, “el progreso sin preparación no es progreso, es un riesgo disfrazado”.