Uso ético de la inteligencia artificial para la docencia universitaria

La inteligencia artificial (IA) es una tecnología que tiene un gran potencial para transformar la educación superior, tanto en el ámbito de la investigación como de la docencia. Sin embargo, su uso también implica una serie de riesgos y desafíos éticos que deben ser considerados y abordados por los profesores universitarios. En este artículo, presento una guía de recomendaciones para el uso ético de la IA en la docencia universitaria, basada en los principios de beneficencia, no maleficencia, autonomía, justicia y transparencia.

Beneficencia: El uso de la IA en la docencia debe buscar el beneficio de los estudiantes y de la sociedad en general, promoviendo el aprendizaje significativo, el desarrollo de competencias y valores, y el bienestar emocional y social. Los profesores deben seleccionar y diseñar las aplicaciones de IA que mejor se adapten a los objetivos educativos, las características de los estudiantes y el contexto de aprendizaje. Asimismo, deben evaluar los resultados e impactos de la IA en el proceso educativo y tomar medidas correctivas si fuera necesario.

No maleficencia: El uso de la IA en la docencia debe evitar causar daño o perjuicio a los estudiantes o a terceros, respetando su dignidad, integridad y privacidad. Los profesores deben informarse sobre los posibles riesgos y sesgos de la IA, tales como la discriminación, la manipulación, la deshumanización o la pérdida de control. Además, deben garantizar la seguridad y calidad de los datos y algoritmos que utilizan, así como protegerlos de accesos o usos indebidos.

Autonomía: El uso de la IA en la docencia debe respetar la libertad y capacidad de decisión de los estudiantes, fomentando su participación activa y crítica en el proceso de aprendizaje. Los profesores deben informar a los estudiantes sobre el uso y funcionamiento de la IA, así como sobre sus derechos y deberes al respecto. También deben ofrecerles opciones y alternativas para que puedan elegir cómo interactuar con la IA, sin imponerles su uso o limitar su autonomía.

Justicia: El uso de la IA en la docencia debe promover la equidad y la inclusión educativa, evitando generar o agravar brechas o desigualdades sociales. Los profesores deben asegurarse de que todos los estudiantes tengan acceso a las oportunidades y beneficios que ofrece la IA, sin discriminación por razones de género, edad, origen, cultura, idioma o discapacidad. Igualmente, deben tener en cuenta las necesidades y expectativas de los diferentes grupos o colectivos sociales a los que pertenecen o afectan sus estudiantes.

Transparencia: El uso de la IA en la docencia debe ser transparente y explicativo, facilitando el entendimiento y la confianza de los estudiantes y de la comunidad educativa. Los profesores deben ser honestos y claros sobre el origen, propósito y límites de la IA que emplean, así como sobre sus posibles errores o incertidumbres. Del mismo modo, deben rendir cuentas sobre sus decisiones y acciones relacionadas con la IA, aceptando su responsabilidad ética y legal.

Las 10 características que tiene una universidad innovadora

Mi primer contacto con una universidad norteamericana se remonta a 1994, hace ya más de 20 años. Entonces era residente de cirugía general y digestiva en el Hospital Clínico San Carlos y me concedieron una rotación por el Departamento de Cirugía del Hospital Beth Israel de Boston (antes de su fusión con el New England Deaconess), uno de los buques insignia de la Facultad de Medicina de Harvard. Luego, a principios de 1996 me fui a Boston con una Beca de Ampliación de Estudios del FIS. Esta vez como «research fellow in surgery» de la Harvard Medical School en el Departamento de Cirugía del Beth Israel Deaconess Medical Center.

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Desde entonces, mi contacto con las facultades de medicina norteamericanas ha sido constante. Esto culminó en 2012, cuando mi condición de co-director del consorcio Madrid-MIT MVision me permitió disfrutar, intelectual y profesionalmente, de mi afiliación al MIT.

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Desde luego que hay muchas diferencias entre las universidades norteamericanas y las españolas. Sin duda. Desde la financiación a la disponibilidad de recursos, del acceso de los estudiantes a la selección del profesorado. Pero si tengo que elegir las 10 características que influyen más para diferenciar a Harvard y, especialmente, al MIT del resto diría que son:

1. Red social muy conectada
2. Confianza intra e interpersonal
3. Responsabilidad (individual y colectiva)
4. Espíritu de pertenencia
5. Transparencia
6. Capacidad de pensamiento crítico (individual y colectiva)
7. Disponibilidad y Accesibilidad («de» y «a» los más influyentes)
8. Capacidad de hacer pública y difundir su visión
9. Sentimiento de transcendencia
10. Necesidad de traducir conocimiento en impacto social

Un ejemplo de una forma muy peculiar de tratar un problema grave, al estilo MIT