Lucian Freud fue uno de los pintores más influyentes del siglo XX, conocido por sus retratos crudos y realistas que exploran la psicología y la intimidad de sus modelos. Nacido en Berlín, nieto de Sigmund, emigró joven al Reino Unido, con la llega de Hitler al poder. Su obra supuso una revolución en la forma de mirar el arte y el cuerpo humano, desafiando los cánones de belleza y los estilos dominantes.
La exposición reúne más de 60 obras del artista británico, desde sus primeros dibujos hasta sus últimos lienzos, pasando por sus famosas series de desnudos. La muestra ofrece un recorrido por su evolución artística y sus principales temas: la familia, los amigos, los amantes, los animales y el autorretrato. Además, se incluyen algunas obras de otros artistas que influyeron o fueron influenciados por Freud, como Francis Bacon, Alberto Giacometti o David Hockney.
Lo que más me llamó la atención de la exposición es la capacidad de Freud para captar la esencia y la personalidad de sus retratados, sin idealizarlos ni juzgarlos. Aunque preferiría decir que sin demostrar ningún apego por sus modelos, por sus amantes. Sus pinturas transmiten una sensación de cercanía y de verdad, pero también de misterio y de tensión. A Freud le pasaba algo, algo que no se atrevía a confesar. Me interesa la forma en que utilizaba la luz, el color y la textura para crear atmósferas y contrastes. Sus pinceladas son densas y expresivas, casi escultóricas. Con el tiempo, los cuerpos se fueron volviendo menos planos, más voluminosos y carnosos, pero también vulnerables y no menos solitarios.
La exposición de Lucian Freud es una oportunidad única para conocer a uno de los grandes maestros de la pintura contemporánea y para reflexionar sobre el arte y la vida. La exposición de Freud es una gran ocasión para analizarse a uno mismo.