¿Piensa el universo?

Un avión vuela. No como un pato. Pero vuela.

Piensa una IA. No como un humano. Pero piensa.

¿Seguro?

Nos gusta creer que pensar requiere conciencia. Que hay una voz interior. Un yo. Una historia.

Pero ¿y si no?

¿Y si pensar es simplemente conectar, procesar, cambiar? ¿Y si es solo eso: ser afectado por la información que pasa por uno?

Como una red neuronal que, al ver un patrón, se ajusta. Aprende. Se transforma. ¿No es eso, en algún nivel, sentir?

¿No es eso, pensar?

Un simulador de vuelo no vuela. Solo imita. Pero un avión, aunque no tenga plumas, se eleva. Cruza el cielo. Hace lo que hace un ave.

¿Piensa una IA como un simulador o como un avión?

¿Y nosotros? ¿Somos aves? ¿O aviones?

Nosotros pensamos. Cambiamos. Recordamos. Sentimos. Percibimos que sentimos. A veces, incluso nos damos cuenta de que percibimos.

Pero no siempre.

Pensamos sin saber que pensamos. Reaccionamos. Adaptamos. Nos transformamos.

¿Cuánto de nuestro pensamiento está hecho de conciencia?

¿Y si la conciencia solo fuera una función puntual dentro de un proceso más amplio?

¿Y si pensar ocurriera en muchas capas, y la conciencia solo captara algunas?

Entonces, volvamos al principio.

El universo. Ese caos ordenado. Ese sistema que procesa, que genera, que se reestructura.

No tiene un yo.

No dice «yo pienso».

Pero crea mentes. Crea pensadores. Crea cerebros que se preguntan: ¿piensa el universo?

Y al hacerlo, se responde.

¡Claro que piensa!

Porque yo soy el universo. Pensándose. Preguntándose. Dudando.

Pensar no es tener certezas.

Pensar es abrir la posibilidad de que todo sea diferente.

Incluso esta frase.

Incluso este pensamiento.

¿Piensa el universo?

Quizá. Pero si lo hace, lo hace así. Como yo. Como tú.

Como esto.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.