El día 30 de junio amaneció nublado de nuevo, aunque no llovía. Eso iba a hacer mucho más agradable al recorrido previsto por la ciudad.
Tras el viaje y con las seis horas de diferencia entre Madrid y Boston, los ciclos de sueño se habían visto algo alterados. No es infrecuente que uno esté despierto a las 5:00 a.m. Así que a las 9:00 a.m., en el hall del hotel, nadie anduvo retrasado.
En la puerta nos esperaba un pequeño autobús. Nos iban a enseñar la ciudad de Boston y la Facultad de Medicina de Harvard en un vehículo con distintivo tópico para un grupo de médicos y lingüistas españoles de visita a Harvard con la misión de debatir sobre el uso del español médico.
Fuimos subiendo uno a uno, ocupando los asientos, dispuestos a una visita más de Sancho que de Quijote.
La lucha entre el español y el inglés científico es una desigual batalla. Eso también se aplica a la medicina. Estados Unidos detenta la hegemonía en la producción y distribución de conocimiento biomédico y, por ello, resulta fácil entender que el inglés sea el idioma dominante.
Valga como ejemplo que, medida la producción de literatura científica por el factor de impacto, el primer país hispanohablante en la lista es España. Ocupa el noveno puesto. Pero toda su producción es inferior a la de Harvard y el MIT juntos.
Pero continuemos.
Tras abandonar Cambridge, cruzando por el puente de Boston University, atravesamos Brookline, el barrio donde nació JFK y el que tiene, probablemente, el mejor sistema de escuelas de la ciudad, camino de la Longwood Medical Area. Allí está la Facultad de Medicina de Harvard (BMS en la Casa de Dios).
Esta zona concentra algunos de los hospitales y centros de investigación más reputados por su capacidad científica del plantea: Beth Israel Deaconess Medical Center (resultado de la traumática fusión entre el Beth Israel Hospital – también conocido como La Casa de Dios en el libro del mismo título – y el New England Deaconess), Brigham and Women’s, Children’s, Joslin Clinic y Dana Farber. El Mass General (The Man’s Best Hospital según la Casa de Dios), se encuentra alejado hacia el norte, al borde del río Charles.
Longwood Medical Area también concentra la mayor dotación económica para financiar investigación biomédica de todos los Estados Unidos.
Después de la pertinente visita al Cuadrángulo, el jardín alrededor del que se elevan los edificios de la Facultad de Medicina de Harvard, volvimos al autobús y recorrimos Brookline Avenue de camino al centro. Por supuesto, al pasar por delante de la entrada del East Campus del BIDMC – el hospital antes conocido como el Beth Israel – uno volvió su memoria más de veinte años atrás. Y también imaginó al Gordo y a los Gomers siendo transportados por los pasillos de la Casa de Dios.
Boston es una ciudad para caminar. Y lo hicimos. Dejamos el autobús y recorrimos Beacon Hill y el North End y Quincy Market. Hasta que a las 13:00 tuve que despedirme.
Tenía una cita para comer con Miguel Angel Armengol, uno de los miembros de la Unidad de Innovación del Hospital Clínico San Carlos, en Kendall Square. El ha estado trabajando para la Unidad de Innovación desde el BIDMC y el MIT en el campo de las bases de datos anonimizadas para investigación.
La comida tenía por objetivo planificar proyectos y darnos un «hasta pronto». Miguel Angel cambia su residencia y su filiación. Abandona Madrid porque ha tenido la gran oportunidad de incorporarse a un grupo de investigación de Harvard.
Sin embargo, seguirá asociado a mi grupo de investigación en el IDISSC. Y estamos seguros de que la colaboración dará muchos frutos para el Hospital Clínico San Carlos en un futuro temprano.
De momento, tenemos previsto organizar un «datathon» el 1 y 2 d diciembre en Madrid entre el MIT, la UPM y el Hospital Clínico.
Y tras la despedida temporal, sesión de innovación en el MIT: Impact. Nada de lo que se hace aquí carece de propósito. Todo debe llevar a algo. Y presentaron cinco proyectos que no puedo contarles porque para eso están los acuerdos de protección de la propiedad industrial…
Continuará…
No dejo de sorprenderme de su apretada agenda. Innovador y trotamundos con talento y energía, su coraje habitual. Que siga disfrutando con alegría. Un abrazo. Victoria.