Era un caluroso verano. Como todos los veranos. Salía del quirófano después de haber intervenido a una paciente con un gran tumor papilar de tiroides. Ninguna incidencia. La familia esperaba en la sala habilitada para la información y hacia allí se dirigió.
Tras contarles lo que había hecho y el curso postoperatorio que se preveía, pensó que era momento de volver al despacho para terminar el papeleo de su nuevo puesto de profesora asociada. Abrió la puerta con una mano y se retiró el gorro de quirófano con la otra. Pero al ir a salir hacia el pasillo se encontró con dos agentes de la policia que la esperaban, bloqueándole el paso, con una orden judicial en la mano: “Doctora, está usted detenida”.
A juzgar por la publicidad que había tenido el caso en los medios de comunicación y las pesimistas previsiones de su abogado, estaba segura de que ese momento llegaría. Lo que no podía imaginar es que iba a ser así, en el hospital, según terminaba de realizar una intervención quirúrgica, casi en presencia de familiares de uno de sus pacientes.
Charles Foti, el fiscal general, había hecho de este caso su cruzada personal. Estaba dispuesto a castigar los desmanes acaecidos durante la catástrofe natural que sacudió New Orleans. El objetivo principal era ganarse la aprobación del público y, así, su reelección. Y el hecho de que un médico hubiera denunciado a otros colegas por asesinato, aunque él hubiera decidido abandonar el Memorial Medical Center en una barca mientras el resto de sus compañeros permanecían en el centro atendiendo a los pacientes que no podían soportar un traslado, era una ocasión dorada para demostrar como un funcionario público resultaba tener un espíritu implacable, incluso contra los médicos, la casta intocable en Estados Unidos.
Ya sé que pensarán que los médicos americanos se enfrentan a muchas demandas, pero todas civiles. El procesamiento penal de un médico es un escándalo raramente visto.
¿Quién era ella? La Dra. Anna Pou, otorrrinolaringóloga dedicada a la cirugía oncológica ¿La acusación? Asesinato en segundo grado por algunas de las muertes ocurridas en el Memorial Medical Center de New Orleans después del huracán Katrina.