Cuando uno lleva un cierto tiempo metido en el gran teatro de la sanidad (pública o privada) empieza a tener conciencia del espectacular entramado organizativo que permite la asignación de las tareas más, digamos, ingratas a aquellos individuos a los que menos le corresponde. Esto, como en cualquier otra organización humana, ha venido denominándose MARRON (BROWN).
Existe un verdadero cuerpo de conocimiento (Tratado del Marrón en el que se basa este post) acerca de este problema social y de los diferentes agentes que entran en juego (browner, brown eater, browned, brown dispatcher, O Rei do Marrón, natural born browner, brown finder, brown skipper, freelance brown eater…) Por ello, me gustaría abordar primero, conceptualmente, qué es un brown o marrón:
Marrón: m. fig. “Dícese de aquella tarea, cometido, encargo o situación que resulta desagradable, tediosa o incluso ingrata para el que la ha de desempeñar o soportar. Aplícase también este término a aquella ocupación que, aún no siendo ella misma molesta, si lo son sus condicionantes y situación, tales como tiempo para realizarse o tipo de persona que la solicita”
En otras palabras, para los profesionales sanitarios un brown es todo aquella situación que obligatoriamente hay que solucionar pero de la que nadie, ni por los c*j*nes, quiere hacerse cargo y que desafortunadamente el Jefe o la mala fortuna termina por asignar a aquel a quien no le debería corresponder (brown eater).
Considerada globalmente, la sanidad pública despliega la estructura típica de una organización “enmarronada” porque no hace falta ser un etólogo experto para darse cuenta de que existen más browners (enmarronadores) que browned (enmarronados). Además, existen leyes que rigen el funcionamiento del «brown»:
Ley de Murphy
Si un colega te puede dejar un marrón para la guardia, te lo dejará
Teorema de Patrick
Si te libras de un marrón, será porque tu Jefe quiere
Postulado de los Cinco Dedos
El número de marrones asignables a un profesional aumenta proporcionalmente con el número de marrones que el mencionado sujeto haya sido capaz de comerse previamente
Ley de la Perversidad Intrínseca de la Naturaleza (Ley PIN)
Toda situación clínica, independientemente de las condiciones de partida, puede convertirse en un brown en cualquier momento, pero sobre todo un viernes a las dos de la tarde, por razones oscuras y totalmente desconocidas
Principio de la Dispersión
La accesibilidad (dependiente de la distribución topográfica de las camas) a cada uno de los marrones que un profesional debe asumir dentro de la institución es inversamente proporcional a la dificultad para solucionarlos
Principio de la Invisibilidad de la Información
La información esencial para que el “brown eater” puede dar una solución al marrón se dispone en vías o circuitos informáticos inaccesibles o que, simplemente, se han colgado. Cuando la información está disponible sólo a través de otros colegas, éstos están de vacaciones, de congreso, en una reunión urgentísima en las que no se les puede molestar, o están padeciendo una amnesia lacunar.
Ley de Gumperson
La probabilidad de que un problema clínico se convierta en un brown es directamente proporcional a la urgencia que sienta del “brown-eater” por salir de su centro de trabajo
Ley de CatrascaTM (derivada del síndrome descrito originalmente por el autor de este blog y cuyo nombre es la contracción del famoso síndrome Cagada-Tras-Cagada)
Cuando un profesional sanitario browned comete una “cagada”, el siguiente browned o enmarronado cometerá otra “cagada”, y el siguiente otra, y el siguiente otra y así hasta el final
Principio de Unificación o Big Brown (consecuencia del principio anterior)
Una vez que comienza un marrón ya nunca se sabe cuándo se acaba.
Excelente exposición, Julio. Efectivamente, da para un tratado de varios tomos.
Se nota que te has comido unos cuantos 🙂
Permíteme que añada otras dos figuras más.
La del marronífugo, que es aquel tipo que tiene la habilidad de no comerse ninguno y la cintura para esquivar los que le llegan y endosárselos a otro.
Y la del filomarrón, que somos aquellos brown eaters con especial atracción y querencia por indigestarnos de ellos.
Me da que tú también eres uno de estos últimos. Puede parecer que somos los más pardillos pero, en realidad, somos la infantería. Los que dan la cara y no eluden las dificultades.
Muchos son los llamados, pero pocos los elegidos! Muchas gracias