Incentivos y motivación

Los incentivos monetarios son usados con mucha frecuencia, mucha mucha frecuencia, por políticos y gestores. Tienen el convencimiento de que así motivan a la gente para que trabaje mejor.

En la sanidad hemos tenido numerosos ejemplos: peonadas, jornadas extraordinarias, planes…

Sin embargo, la mayoría de las veces los resultados no han sido espectaculares. Incluso podría decirse que, con el paso del tiempo, han sido negativos.

En trabajos complejos, la motivación no viene de los incentivos externos. La motivación es interna. Se entronca con el deseo de los «cerebros de obra» de obtener las metas que se plantean.

Una tarde con James Costos

Acabo de llegar del Instituto Internacional, donde el embajador James Costos ha inaugurado el American Space Madrid.

En un formato de entrevista guiada por Jean Choi, el antiguo vicepresidente de HBO nos ha contado como ha sido su vida, desde su nacimiento en 1963 en Lowell, Massachusetts, en el seno de una familia de clase media baja a ser embajador de los Estados Unidos de América en España y Andorra, puesto para el que fue propuesto por el Presidente Obama.

Durante una hora ha narrado su paso de Lowell a Nueva York y de allí a Los Angeles, de un trabajo pagado a dos dólares la hora, a la creación de su propia empresa, el trabajo en una tienda de lujo los fines de semana y su viaje a Los Angeles, donde la directora de marketing de Dreamworks le ayudó a encontrar un nuevo camino laboral.

Dentro de la narración, las cuatro claves que James Costos ha resaltado a lo largo de su desarrollo profesional y personal son:

1. La interacción con otras personas
2. La superación del miedo al fracaso
3. El trabajo duro
4. Devolver a la sociedad parte de lo que se ha obtenido

Siendo alguien nacido unos pocos días antes que el embajador Costos en una familia de clase media baja en un barrio pobre de Madrid, coincido en esas cuatro ideas como esenciales, y no específicamente norteamericanas. Son principios comunes a una generación que comparte muchos referentes.

Sin ningún genero de dudas, apoyar a la juventud para que trabaje duro por sus sueños, promover la diversidad y fomentar la colaboración es la única de salir nosotros y de contribuir a sacar a nuestra sociedad de cualquier situación adversa.

Cierto que en mi caso ese punto de vista puede estar sesgado por la fuerte influencia que la cultura norteamericana ha tenido a lo largo de mi carrera profesional. Pero sigo creyendo firmemente en ellos. A veces puede parecer que soy un norteamericano con pasaporte español.

Experto en personas

Hay gente que se ve muy capaz de relacionarse.

Miran sus estadísticas, sus miles de seguidores y lectores en las redes sociales, sus RTs, sus interacciones, sus favoritos, sus «jajaja» y llegan a la conclusión de que son «expertos en personas».

Llaman a los demás por sus nombres. Son untuosos. Y se cuelan por las grietas de las personalidades de los demás, para intentar formar parte de ellos.

Y toman copas, por las noches, y se aproximan a tu oído. Derecho o izquierdo. Y te cuentan lo importante que eres para ellos…

Autopromoción

Estamos en la era de la autopromoción. Las historias personales parecen lo más importante y constituyen el centro de todo el Mundo. Bueno, del nuestro, porque como no conocemos muchos más nos parece el único que existe. Con tanta calidad de vida y tanta comunicación, muchos han llegado a creer que tienen vidas excitantes, llenas de vivencias y conocimiento.

¿No están hartos de tanto oir eso de “soy especial?” Pero no se conforman con creerselo ellos, sino que nos intentan convencer a los demás de que son los únicos que tienen experiencias únicas, diferentes, “especiales”. Las leyendas urbanas se convierten en experiencias personales y siempre aparece un amigo, un conocido o un compañero que nos las cuenta en primera del singular.

¿Quieren historias de primera mano? Pues ayer estuve de guardia, así que aquí van algunas.

A las 21:30 traen a un chino, 31 años, cosido a navajazos. Tiene un par de heridas en el abdomen y por una se exterioriza el epiplón. En el TC toraco-abdominal, nada. El resto eran heridas de defensa en el antebrazo y brazo, y en el muslo izquierdos. Le metemos al quirófano, le reparamos las heridas y listo.

Una mujer de 28 años aparece en la Urgencia a las 23:00. Una residente, amiga de la mujer, me pregunta ¿Sabes coser una nariz? “Pues va a ser que sí”…

Resulta que practicando Kenjutsu se le ha metido la punta de la espada, con muy mala suerte, en la nariz. ¿Resultado? Sección del cartílago del ala nasal izquierda y herida incisa en la punta de la nariz. Ethilon 6-0.

A las 6:00 de la mañana, una chica de 22 años viene con una amiga. Dice que se ha caído y que ha perdido el conocimiento. ¿Se les ocurre alguna explicación? Tiene una herida en el mentón. “¿Me va a quedar cicatriz?” – Sí, hija mía, sí, pero no por mi sutura, sino por haberte caído y haberte hecho una herida en el mentón yendo cargada hasta las trancas de drogas – (pienso yo para mí, en silencio).

A las 6:15 un joven de 28 años que dice que ha venido de visita y se ha quedado a dormir a casa de un amigo (trabaja en el Reino Unido). Ha sonado un despertador, se ha levantado desorientado en la buhardilla de la casa de su amigo y se ha golpeado la ceja izquierda contra una viga – si la historia es cierta, mejor que no la hubiera contado así y que se hubiera invitado otra más interesante -. Unas cuantas grapas valen.

A las 6:30 un chico de 21 años. Vigoréxico. No se acuerda de nada. Estaba en Moncloa y cree que le deben haber pegado, porque tiene el labio partido, pero no se acuerda de nada. Parte al juez. “No tomo alcohol, no me gusta”. Pues vale. Con un par de puntos de Vicryl, todo solucionado.

A las 6:35 una chica de 28 años. Dice que unos skinheads le han pegado a la salida del metro de Islas Filipinas. Parte al juez. Tiene una pequeña herida en el labio superior que no precisa de sutura.

Si a eso le añadimos que ayer por la mañana estuve en el quirófano con lo ginecólogos para tratar por laparoscopia a una mujer joven con una endometriosis del tabique recto-vaginal y que luego me bajé a nuestro quirófano para realizar una esofagogastrectomía en un paciente de 45 años con un adenocarcinoma de la unión gastroesofágica, pues voy bien servido de experiencias por un día.

Porque lo de viajar por el mundo, codearse con gobernantes poderosos o delincuentes de las alcantarillas del Estado, cenar con estrellas de las revistas y participar en espectáculos o fiestas extravagantes, aunque morboso, es siempre mucho menos fascinante que las historias de la gente que un cirujano trata diariamente en un hospital.

(Disclaimer: cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia).

Con las flechas en la espalda

Ya se sabe, los innovadores son individuos que van por delante buscando caminos. Las rutas pueden ser caminos sin salida. O nuevas vías para llegar a un nuevo continente.

No hacer lo que hace la mayoría tiene sus peligros. Pero hacerlo también. Por eso, cuando la mayoría asume la visión del innovador, es momento de que cambie.

En realidad, ese grupo de innovadores representa entre un 2% y un 3%. Y a mi me ha salido la media.
De todas maneras y más allá de la discusión del dato, lo importante es liberarse y seguir avanzando.

Trabajo en equipo

Para que el trabajo en equipo llegue a tener éxito, siempre tienes que avanzar pasando el juego a los que vienen detrás.

Siempre tienes que conocer cual es tu posición.

Y entender que ésta cambia con el tiempo.

Si asumes que el objetivo es común, que quieres hacer cosas para que tengan impacto, recuerda que todos los demás juegan también.

Gente

Los médicos y la comunicación

El neurocirujano Sanjay Gupta fue nominado para ocupar el cargo de Surgeon General por Barack Obama entre críticas de colegas y políticos, que veían en él un perfil inadecuado para ser el responsable de la sanidad pública por su “contaminación en los medios”. Sin embargo, Sanjay es un verdadero comunicador médico – CNN, prensa escrita, Internet –. Ha informado sobre importantes asuntos de salud, con más impacto que ningún otro médico haya tenido nunca entre la audiencia global.

Su inconveniente es que los medios de comunicación de masas continúan bajo sospecha para la profesión, incluso en Estados Unidos, y aquellos médicos que se atreven a cooperar con ellos pierden credibilidad.

¿Debemos los médicos tener miedo a los medios? ¿Cuál debería ser nuestra actitud?

La comunicación, ese complejo proceso de transmisión de información y conocimientos que caracteriza a nuestra especie, es imprescindible en el ejercicio de la Medicina. Primero, porque debemos hacerlo con nuestros pacientes de la manera más efectiva posible. Segundo, porque tenemos la obligación profesional y ética de contribuir a la educación de la sociedad en materia sanitaria. Tercero, porque la comunicación permite darnos a conocer tal como somos; y “el que se mueve no sale en la foto”.

La cantidad de información sanitaria transmitida durante la relación médico-paciente es extremadamente limitada. En realidad, las dos vías por las que los ciudadanos conocen los asuntos profesionales y sanitarios son las series de televisión y los medios informativos. El entretenimiento tiene un impacto increíble para situar a la profesión en la pirámide social y para vertebrar nuestro rol ante la audiencia. Se nos identifica por Anatomía de Grey, Nip Tuck, House u Hospital Central.

En el ámbito informativo, nos encontramos con los medios profesionales, que gozan de mayor prestigio dentro de la profesión, y los medios generales, que son vistos como una amenaza constante porque “informan siempre sobre lo negativo, manipulan nuestras palabras, no nos entienden…”. Hay que abandonar esos miedos injustificados porque, excepto en la publicidad, los medios raramente manipulan intencionadamente su impacto. Al revés, los informadores y productores de entretenimiento se apoyan en fuentes, comentaristas y grupos de presión ajenos a la industria de la información. Es decir, en nosotros mismos si así lo queremos.

La potencia y la variedad de los medios han explotado en la última mitad del siglo pasado. Tradicionalmente, la televisión, la radio y la prensa escrita eran los medios dominantes, pero en la últimas dos décadas ha surgido una nueva forma, Internet, con un efecto masivo en la comunicación global, como demuestra que en este blog, dentro de la plataforma de diariomedico.com, casi un 30% del tráfico provenga de otros países. A través de todos estos medios, desde la televisión a los blogs, se informa a la población y se forma la opinión pública. La prensa permite que el ciudadano conozca los asuntos de interés que, de otra manera, no alcanzaría. Pero además, la popularidad y la repercusión mediática influyen en la agenda política sanitaria. En mayor medida de lo aceptado, las decisiones políticas vienen determinadas por su validación en los medios y por la retroalimentación que reciben los líderes ante sus nuevos planteamientos. Es decir, los medios de comunicación emiten la información que hace que la sociedad tenga una determinada idea de quiénes somos, qué hacemos y cómo lo hacemos. Además, dan contexto a las decisiones políticas que posteriormente nos afectan. Puesto que el contenido médico de los medios afecta a la actitud y el comportamiento de los ciudadanos y modifica el entorno en el que se llevan a cabo las iniciativas sanitarias, deberíamos participar de una manera más explícita y comprehensiva como fuentes y comentaristas de su contenido.

Es obligatorio conocer y comprender mejor qué es lo que los medios buscan en nosotros y qué debemos buscar nosotros en los medios, cómo tratarnos mutuamente, qué decir y cómo decirlo. Los intentos de saturar a la audiencia únicamente con datos de la literatura médica son infructuosos. Y no voy a caer en el error de proponer que la comunicación con los medios sea una asignatura de la licenciatura porque no pretendo que los recién licenciados sean venerables expertos al límite de la jubilación. Pero sin duda, con el dominio de los patrones de comunicación verbal y no verbal y con ciertos conocimientos básicos de las relaciones públicas, los médicos podemos colaborar con los medios hasta convertirlos en una útil herramienta para nuestra práctica. Esto debería formar parte de un programa integral de formación continuada.

Evidentemente, no podemos aproximarnos igual a la comunicación individual que a la institucional. Aún así, los principios por los que se debería guiar todo este proceso son los mismos, teniendo en cuenta que la efectividad aumenta cuando se ofrece a la gente algo que desea, ya sea satisfaciendo una necesidad o legitimando un valor preexistente. Por ello, nuestra responsabilidad debe ser triple: veracidad de los contenidos, rigor en su presentación y coherencia en el mensaje. Además, sobre todo para la información institucional, sería importante establecer y disponer de un código ético que vinculara no sólo a los médicos sino también a las instituciones que representan.

En conclusión, para los médicos la participación en los medios de comunicación debería ser algo más que una diversión. Personalmente, creo que es un requerimiento ético y profesional. Su fin es doble, retornar a la sociedad parte de lo que conseguimos gracias a lo que invirtieron en nosotros, y hacer que nuestra profesión siga siendo una de servicio y compromiso en sintonía con el conjunto de la sociedad.

Destrucción creativa: rómpelo, reconstrúyelo, hazlo mejor

Schumpeter fue el que difundió un concepto que no era suyo: la destrucción creativa. Que luego aprovecho Topol para aplicarlo a la medicina.

Pero ya Clayton Christensen había dicho que la medicina norteamericana estaba enferma. Y empeorando. Para él, la única opción es la innovación disruptiva mediante «herramientas de colaboración y cambio».

Mientras, Michael Porter se empeña en trabajar la estrategia y su propuesta para luchar contra la crisis de los costes de la asistencia sanitaria es centrar el sistema en el «valor»

Pues si recogemos esas tres grandes líneas y las mezclamos con los 5 grandes problemas de los sistemas sanitarios definidos por Sir Muir Gray:

1. Variación no deseada en resultados y calidad
2. Daño a los pacientes
3. Inequidad por el deficiente uso de los recursos
4. Desperdicio de los recursos sin maximizar el valor
5. Fracaso en la prevención de la enfermedad

Nos encontramos con la propuesta definitiva ante cualquier situación compleja:

Rómpelo
Reconstrúyelo
Y hazlo mejor

Esta es la propuesta de los hackers de la medicina del MIT.

Y ese es el reto que el Consorcio MVision ha tomado por segunda vez en Madrid.

Aprovechando las instalaciones del Instituto Internacional, una puerta abierta entre Madrid y Boston desde el siglo XIX, y con el apoyo de la Embajada de los Estados Unidos y del Departamento de Estado a través de American Space, durante dos días desarrollamos Hacking Medicine Madrid.

El hackathon fue una fiesta de juventud, diversidad y colaboración. Los tres ingredientes de la innovación. Viendo los «pitches» de los distintos grupos participantes llegué a una conclusión:

Los españoles no tenemos nada en nuestro genoma, ni en el epigenoma, ni en nuestro carácter, que nos impida cambiar el estado de las cosas para mejorarlo.