Llegamos a un punto clave si hablamos del núcleo de la práctica médica y de la asistencia sanitaria, EL PACIENTE.
A veces me sorprende la forma en que ciertas organizaciones se refieren a los médicos, globalmente, como si no fueramos humanos, como si fueramos seres inmunes al dolor, al sufrimiento, a la enfermedad, o a los mismos errores que creen que se cometieron con ellos.
Cuando los médicos dejamos de estar en el “lado ganador”, cuando enfermamos, nos resulta más fácil ver donde se producen los errores en la atención y las razones para los mismos. ¿Por qué, en esos momentos, tenemos menos miedo? Porque sentimos confianza en nuestra capacidad para identificar las confusiones y, dada nuestra facilidad para ser escuchados, hacer que el error se corrija antes de que se produzca el accidente. Pues saquemos enseñanzas de ello.
Lo que quiero decir es que médicos y pacientes debemos retomar lo que tanto hemos dicho que es la esencia de la Medicina y que parece que tan poco practicamos: la comunicación médico-paciente. Los médicos debemos recordar que los pacientes no saben tanto de Medicina como nosotros, pero que la mayoría de las veces tienen razón sobre qué les pasa. Debemos aceptar su opinión y su punto de vista sobre la forma en que se les atiende e intentar corregir los errores que se puedan identificar por ellos mismos o por sus familiares.
Por otra parte, los pacientes y sus familiares deberían sentir que la comunicación con sus médicos es sincera y fluida. No somos sus enemigos. Al revés, ellos y nosotros debemos formar un equipo, sustentado por la confianza mútua, con el fin de solucionar los problemas. Las actitudes defensivas, desconfiadas y obstruccionistas por su parte deberían estar fuera de lugar.
¿Es cierta esa sensación de muchos profesionales sobre la creciente desconfianza de los pacientes en los médicos del sistema sanitario? Y si es cierta ¿cuáles son las causas? ¿qué grado de responsabilidad tenemos los médicos? ¿y los pacientes? ¿y los poderes públicos que rigen el sistema?
Ejercer la Medicina en una época de tantos avances científico-técnicos y en la que las nuevas tecnologías hacen accesible el conocimiento de forma global supone todo un reto. Parece como si el derecho a la Salud fuera inviolable y la enfermedad y la muerte tuvieran que ser erradicadas de la faz de la tierra. Por otro lado, y de manera harto irresponsable a mi juicio, desde las autoridades se da a entender que ese derecho es una obligación para una de las partes, la de los sanitarios. Y como tú dices, no somos extraterrestres ni dioses sino seres humanos sometidos a las mismas limitaciones que los demás incluyendo la enfermedad y la muerte.¿Tenemos nosotros mismos eso claro? Feliz Año Nuevo.
Escena clásica en tu hospital:
Acompañas a tu familiar que ha ingresado por lo que sea. Entran en la habitación (sin pedir permiso, que para eso es su cortijo) un grupo de médicos (de uno a seis, por eso de que es universitario y forma residentes).
Se puede salir, te conminan.
Al paciente, le exploran, le preguntan. Ninguno de ellos se ha identificado ni explicado qué le van a hacer. Son enviados de dios, que tienen nuestra salud y nuestra vida en sus manos.
Salen en tropel; generalmente informan a los familiares.
De medicina saben mucho y puedo atestiguarlo porque han sido garantes de la de mis padres durante muchos años; de educación no tanto.