Intercambio de piezas

Los mensajes me llevaban de regreso a Nueva Orleans, con el bobo, mi juguete para las fiestas en las que nosotras paseábamos a los corderos, desnudos, en silencio, con las pupilas dilatadas y centelleantes. En la oscuridad.

Una compañera de la Facultad de Psicología, con la que compartí tardes de estudio y noches de fiesta, solía decirme al darse cuenta de que me gustaba un chico, «Meralgia, no hay nada de malo en tropezar dos o más veces con la misma piedra. Lo malo es que te termines encariñando con ella».

Nunca me había pasado con las personas, desconfiaba. De hecho, a las que habían sido importantes en mi vida no les tenía especial aprecio, descontando a mis padres. Sin embargo, estaba empezando a sentir algo con esos malditos mensajes. O por lo que contenían. Me iban obsesionando cada vez más. Y como dice la canción: «Cuando crees en cosas que no entiendes, sufres».

Repentinamente, me sentí liberada. Hice lo contrario a lo que había estado pensando, teclee un mensaje en Whatsapp, «Qué quieres de mi?».

Es más simple preguntar lo que desconoces que torturarse imaginando. Ser directa tiene sus riesgos, pero esconderse muchos más.

– Lo que tú quieras darme – apareció en la pantalla bloqueada de mi iPhone 7, porque ya lo sentía mío.

– Cómo puede ser eso? – No esperé para contestar. Quería que aquello fuese algo más que el intercambio de mensajes inconexos. Si conseguía una conversación, mis habilidades, desarrolladas a lo largo de años de entrevistas profesionales, me ayudarían a descifrar el misterio.

– Es lo que llevas tú haciendo a los demás

– A qué te refieres?

– A que te conviertes en lo que los demás desean. Por eso eres tan buena en tu trabajo.

– Cómo conoces mi trabajo?

– Lo he experimentado – Por fin una clave. Había un vínculo por el que poder investigar.

– Pero qué tiene que ver eso con mis fotografías? y este teléfono?

– Lo irás descubriendo, porque ninguno de los dos queremos dejar de mandarnos mensajes.

– Me dirás tu nombre, al menos – estaba intrigada

– Nómbrame tú 🙂

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