I can’t get no..

El próximo lunes 14 de diciembre se acaba un ciclo de tres meses que, hasta donde recuerdo, ha sido el más intenso de mi vida profesional. Le he puesto nombre a esa gira que va llegando al final…. «I can’t get no…»

En estos tres meses he pasado por más de una docena de ciudades. Visitas de variable duración a Barcelona, Santiago, Bilbao, Valencia, Sevilla, Málaga, Toledo, Valladolid, Granada, Oviedo, Manchester, Dublín, Londres o Munich, entremezcladas con conferencias y congresos en Madrid o apariciones en televisión, en La Mañana, con Mariló Montero y mi «partner in crime», Alejandra Vallejo-Nágera.

Como en cualquier gira, me veo impulsado a hacer un balance de cierre. No entiendo muy bien el por qué de está necesidad interior de reflexión y análisis de lo que ha ido pasando durante este tiempo. Es una autodemanda de auditoría sobre lo que he ganado y perdido en el camino.

Claro que eso no viene sin un precio. El diagnóstico que me ha hecho un amigo radiólogo es «parálisis por sobreanálisis en un punto de incertidumbre en un obsesivo del control»

Aún así me voy a atrever, y lo primero que me pregunto es ¿por qué lo he hecho?

Y las respuestas que uno tiene para justificarse, más o menos elaboradas, suelen ser mentira. Construimos grandes discursos sobre una misión transcendente, altruista, de contribución a la sociedad. Y sí, vale. Pero en realidad, cualquiera que se ponga a trabajar tan intensamente en un proyecto así lo hace por cuestiones relacionadas con el «yo». Por el placer que produce mostrar a otros cómo mirar el mundo desde una nueva perspectiva. O por el gusto de que las ideas sean escuchadas y encuentren su lugar en el cerebro de la audiencia. Y por sentirte válido o validado, después de años de intentar escribir una historia.

Son esas pequeñas miserias de cualquier ser humano.

La siguiente pregunta que me surge es ¿cómo lo he hecho?.

Esta es más simple de responder: con organización desorganizada, incertidumbre, sacrificio personal y familiar, tiempo de no dormir y mucho mucho mucho equipo. El coste de oportunidad ha sido elevado, sin dudarlo. Porque además, durante este tiempo, le he dado vueltas a la cabeza lo suficiente como para ejecutar un deseo que llevaba arrastrando desde la adolescencia, aquel día en que cogí cuaderno y bolígrafo, y empecé a escribir una historia.

Finalmente, ¿qué he conseguido?

Pues sé lo que he perdido, que ha sido mucho, muchísimo e irrecuperable. ¿Qué he ganado? Conocer a gente interesante y escuchar buenas ideas. O algunas malas, muy malas o malísimas. También tengo un libro terminado, que puede que se publique el año que viene.

Ahora bien, si algún día tiene éxito el gran objetivo final con que me planteé esta gira de tres meses, es muy posible que no lo vea.

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