GPT y la responsabilidad patrimonial sanitaria

El uso de GPT4 por los pacientes plantea una serie de oportunidades y retos legales en relación con la responsabilidad patrimonial sanitaria de la administración. Por un lado, GPT4 puede ser una herramienta útil para facilitar el acceso a la información médica, el diagnóstico, el tratamiento y el seguimiento de las enfermedades, así como para mejorar la comunicación entre los pacientes y los profesionales sanitarios. Por ejemplo, un paciente con una enfermedad crónica podría usar GPT4 para consultar sus dudas, recibir consejos personalizados, monitorizar sus síntomas y alertar a su médico en caso de complicaciones. Esto podría mejorar su calidad de vida y su adherencia al tratamiento.

Por otro lado, GPT4 también puede generar riesgos de errores, malas prácticas, violación de la confidencialidad, daños a la salud o vulneración de los derechos de los pacientes. Por ejemplo, un paciente con una enfermedad grave podría usar GPT4 para obtener un diagnóstico y este resulta ser erróneo o incompleto. Esto podría provocar un retraso en el tratamiento adecuado, un empeoramiento de su estado o incluso su muerte.

En este contexto, es necesario analizar el marco jurídico aplicable al uso de GPT4 por los pacientes, tanto desde el punto de vista de la regulación de la inteligencia artificial como desde el punto de vista de la responsabilidad patrimonial sanitaria. La inteligencia artificial se rige por los principios de legalidad, ética, transparencia, seguridad, no discriminación y protección de datos personales, entre otros. La responsabilidad patrimonial sanitaria se basa en el principio de que la administración debe indemnizar a los pacientes por los daños que sufran como consecuencia del funcionamiento normal y anormal del servicio público de salud.

Así pues, el uso de GPT4 por los pacientes puede generar distintos escenarios de responsabilidad patrimonial sanitaria, dependiendo del grado de intervención humana, del tipo y origen del daño, y del nexo causal entre el uso de GPT4 y el daño. Por ejemplo, si un paciente usa GPT4 para obtener un diagnóstico y este resulta ser erróneo o incompleto, ¿quién sería el responsable? ¿El paciente, por no consultar a un médico? ¿El médico, por no supervisar el uso de GPT4? ¿El desarrollador o proveedor de GPT4, por no garantizar la calidad o fiabilidad del sistema? ¿La administración sanitaria, por no regular o controlar el uso de GPT4?

Estas son algunas de las cuestiones que plantea el uso de GPT4 por los pacientes en relación con la responsabilidad patrimonial sanitaria de la administración. Se trata de un tema complejo y novedoso que requiere un análisis jurídico detallado y una adaptación normativa adecuada a las características y desafíos de la inteligencia artificial aplicada al ámbito sanitario.

Errar es humano IV – Comunicación médico-paciente

Llegamos a un punto clave si hablamos del núcleo de la práctica médica y de la asistencia sanitaria, EL PACIENTE.

A veces me sorprende la forma en que ciertas organizaciones se refieren a los médicos, globalmente, como si no fueramos humanos, como si fueramos seres inmunes al dolor, al sufrimiento, a la enfermedad, o a los mismos errores que creen que se cometieron con ellos.

Cuando los médicos dejamos de estar en el “lado ganador”, cuando enfermamos, nos resulta más fácil ver donde se producen los errores en la atención y las razones para los mismos. ¿Por qué, en esos momentos, tenemos menos miedo? Porque sentimos confianza en nuestra capacidad para identificar las confusiones y, dada nuestra facilidad para ser escuchados, hacer que el error se corrija antes de que se produzca el accidente. Pues saquemos enseñanzas de ello.

Lo que quiero decir es que médicos y pacientes debemos retomar lo que tanto hemos dicho que es la esencia de la Medicina y que parece que tan poco practicamos: la comunicación médico-paciente. Los médicos debemos recordar que los pacientes no saben tanto de Medicina como nosotros, pero que la mayoría de las veces tienen razón sobre qué les pasa. Debemos aceptar su opinión y su punto de vista sobre la forma en que se les atiende e intentar corregir los errores que se puedan identificar por ellos mismos o por sus familiares.

Por otra parte, los pacientes y sus familiares deberían sentir que la comunicación con sus médicos es sincera y fluida. No somos sus enemigos. Al revés, ellos y nosotros debemos formar un equipo, sustentado por la confianza mútua, con el fin de solucionar los problemas. Las actitudes defensivas, desconfiadas y obstruccionistas por su parte deberían estar fuera de lugar.

¿Es cierta esa sensación de muchos profesionales sobre la creciente desconfianza de los pacientes en los médicos del sistema sanitario? Y si es cierta ¿cuáles son las causas? ¿qué grado de responsabilidad tenemos los médicos? ¿y los pacientes? ¿y los poderes públicos que rigen el sistema?

Errar es humano III – ¿Comunicar el error?

Vamos a abordar otros puntos de controversia eterna: ¿Debemos revelar nuestros errores? Y si los revelamos ¿Cuánto contamos? ¿Cómo lo contamos? ¿Nos cubrirá el seguro si honestamente reconocemos que nos equivocamos y cometimos un error o se produjo un efecto adverso?

En general, se pueden definir dos bandos por la actitud tomada en este asunto:

1. El bando paternalista: ”los pacientes no están preparados para conocer toda la verdad y nosotros sabemos muy bien lo que necesitan”

2. El bando liberal: ”los individuos son libres y autónomos, y tienen el completo derecho de conocer todos y cada uno de los detalles de cada una de las actuaciones, correctas o incorrectas, que les afecten para así actuar en consecuencia”

Pues bien, vayamos a las fuentes. La literatura sobre comunicación de errores médicos proviene, en su mayoría, de los países anglosajones y confirma que, allí, los pacientes desean que se les comunique con total detalle la existencia de un error tan pronto como se identifique.

La información demandada por parte de los pacientes consiste en:
a. Un reconocimiento explícito de que ha ocurrido un error
b. Una explicación sobre en qué consistió el error
c. El motivo por el que se cometió el error
d. Un plan sobre cómo se pretende evitar que se vuelva a cometer dicho error
e. Una disculpa

En nuestro país, es interesante recordar un artículo del Prof. González Hermoso en Cirugía Española acerca de este problema, ya por el año 2001.

En Canadá, el Instituto Canadiense para la Seguridad del Paciente incluso ha creado una guía sobre la comunicación de efectos adversos a los medios de comunicación

Errar es humano II – Definir el error

El primer paso a dar, cuando se afronta la seguridad de los pacientes dentro del gran sistema de atención sanitaria, es definir claramente de lo que estamos hablando. Si no llegamos a un acuerdo sobre el objeto de debate sería mejor no seguir.

¿A qué nos referimos cuando hablamos de un error médico? A este respecto creo que sería conveniente basarnos en la clasificación adoptada por el Instituto Nacional de Medicina de los Estados Unidos que, esencialmente, refleja una realidad común a la que nos enfrentamos en todos los países occidentales.

Un error médico es aquella equivocación no intencionada en la correcta administración de cuidados médicos, independientemente de quién sea responsable de la misma. Podemos distinguir dos tipos de errores médicos:

1. El error de ejecución, esto es, el fallo en la realización completa de una acción tal como se había planeado previamente

2. El error de planificación, definido como la utilización de un plan equivocado para obtener un objetivo

Por otro lado, se define efecto adverso como una lesión causada por el manejo médico y no por la situación de base del paciente. Cuando el efecto adverso es consecuencia de un error se denomina “efecto adverso evitable”

A partir de estas definiciones, por supuesto incompletas, me gustaría que se iniciara el primer nivel de controversia para la correcta definición en nuestro entorno de lo que es un error médico.

Nihil set tam insigne, nec tam ad diurni atem memoriae stabile, quam id in quos aliquid ofenderis. Cicerón

Errar es humano I

Y yo me digo, si los pacientes no aceptan un error médico….será porque les hemos acostumbrado a pensar que nunca nos equivocamos. De nuevo, los responsables del mal social por el que se nos acusa de no obtener resultados, con o sin razón, no son primordialmente los agentes externos, sino nuestra incorrecta actuación para hacer llegar el mensaje: la incertidumbre y el error están intrínsecamente unidos al ejercicio médico. Pero también es intrínsecamente humano buscar soluciones, encontrar alternativas mejores y afrontar los retos.

El problema no es nuevo, pero se ha expuesto al “ojo público” y al debate en las tertulias cuando el Institute of Medicine de los Estados Unidos publicó que los “efectos adversos” (corrección política) y errores médicos son la octava causa de mortalidad en aquel país. ¿Escalofriante? No diría tanto, pero desde luego no podemos seguir escondiéndonos o no ofreciéndonos voluntariamente a nuestros conciudadanos para abordar el error médico e intentar buscar soluciones.

Por ello me propongo reflexionar (nuevo años después de lanzar esta primera serie en mi primer blog) y promover un debate a lo largo de las próximas entradas sobre las causas de los errores médicos, la implicación individual y grupal en su manejo, las medidas correctoras y preventivas que se pueden articular, así como la manera de colaborar con el resto de los que forma parte del sistema para evitar enfrentamiento y conseguir una sanidad más segura.