Estoy convencido de que no se pueda pedir a los ecosistemas de innovación que generen puestos de trabajo inmediatamente. El objetivo de un ecosistema de innovación no es rendir resultados inmediatos.
Crear un ecosistema innovador, en Boston o en Madrid, lleva décadas. Sí, es difícil incluso en una ciudad como Boston, hogar del MIT, una institución aparentemente innovadora desde España, pero vista como escasamente innovadora en USA, comparada con Stanford y Silicon Valley.
De hecho, el Presidente del Massachusetts Institute of Technology, Rafael Reif, ha encargado a Fiona Murray y a Vladimir Bulovic que lideren el diseño y desarrollo de la estrategia de innovación del MIT, incluso más allá de Boston.
Ese espíritu, el del ecosistema de innovación, el de la rede social para la transformación, ha dirigido los pasos del consorcio MVision entre el MIT y la Comunidad de Madrid.
Para mi está claro. Los cambios de corto alcance no son suficientes. Necesitamos cambiar los valores y la visión. Necesitamos conexiones fuertes entre líderes formales e informales, que protejan y refuercen el talento que hay detrás de los que piensan de una manera diferente.
Debemos olvidarnos de criticar a los que se salen de «lo normal». Tenemos que ayudar a los que atraviesan fronteras del conocimiento y abandonan la confortable seguridad de su especialidad para convertirse en «ignorantes generalistas» en otra.