Las 10 barreras para la innovación en el sistema sanitario

Seguro que creará controversia, pero es necesario debatir.

A continuación voy a enumerar las barreras que considero más importantes cuando se intenta abordar la innovación dentro del sistema sanitario:

1. Educación universitaria alejada de la realidad: seguimos sin definir y acordar el «producto» que queremos obtener después de la formación universitaria. Por eso ni los estudiantes ni los profesores estamos contentos.

2. Modelo de selección e incorporación de profesionales al sistema: la mayoría, y repito, la mayoría, nos solemos quedar donde nos hemos formado. O en sus alrededores. Repetimos hasta la jubilación los mismos modelos que nos metieron en la cabeza durante la residencia.

3. Modelo autocomplaciente de ejercicio profesional: todos estamos absolutamente seguros de que lo que hacemos lo hacemos bien y es lo correcto. Y para medirlo utilizamos nuestra opinión. O preguntamos a los pacientes que, en un clarísimo ejemplo de síndrome de Estocolmo, nos dicen en las encuestas que lo que hacemos está bien o muy bien.

4. Falta de visión de los políticos: no es por utilizar el recurso fácil de atacar a los políticos para hacerles responsables de todo, pero sus «agendas» electorales y su conservadurismo político son, por definición, una barrera insuperable.

5. Falta de visión de los líderes profesionales: muchos siguen anclados a modelos de éxito pero del pasado. Al fin y al cabo, llegaron donde están con esas propuestas.

6. Indefinición del modelo de retorno de valor a los profesionales innovadores: el que más se esfuerza no es quien mas recibe. Los incentivos pueden llegar a ser perversos.

7. Desprecio a los innovadores por parte de superiores y pares: los que son distintos siempre son una amenaza.

8. Ausencia de modelo de incorporación de la innovación a la práctica: es imposible articular un modelo de incorporación de la innovación porque no conocemos el destino al que nos dirigimos.

9. Sistema de salud hipertrofiado de Conocimiento: comparativamente con el tejido industrial nacional, el SNS tiene mayor capacidad de producir resultados de impacto potencial que ellos de absorberlos.

10. Gestión basada en medir de manera imprecisa los resultados equivocados: es más fácil medir días de estancia, procedimientos y camas disponibles en los hospitales, o consultas en primaria, que el estado de salud de la población.

Gadgets y conflictos de interés

Una iglesia que ya no lo es.
Una multitud dentro.
Mesas, sillas, personas y conferencias.
Dospuntocéricas.

Silla con silla.
Charla tras charla.
Hora tras hora.
Tweet tras tweet.
Surge la atracción.
El deseo.
Se twittean entre ellos.

@bpcurious Dnd vamos?
@medint Al baño. Aprovchmos msa rdonda.

Abren la puerta.
Cierran el pestillo.
Ropas fuera.
En una mano Blackberry.
En la otra iPhone.
No se hablan.
Se twittean los jadeos.
Se acerca el momento.

@medint Llevas?
@bpcurious Yo no. Tú?
@medint. Si. Espera

Bpcurious le entrega una par de sobrecitos.
Empaquetados.
@Medint se apaña con la mano y los dientes para rasgar el papel.
Metalizado.

@bpcurious. X cierto. q ers?
@medint. Big pharma

Escupe el papel.
Recoge la ropa.
Se viste sin twittear palabra.
Sale por la puerta.
No acepta estas cosas.
Sería un conflicto de interés.

Cómo salvar una vida

Te sientas y miras al infinito.
Les dices que se ha muerto.
Lo sientes.
Pero se ha muerto.
Sí.
Les estás mirando, pero ves a través de ellos.
No lo creen.
No lo quieren creer.

¿Cómo ha podido ser?
¿Dónde me confundí?
¿Qué hice mal?

Me quedaría toda la noche despierto si a la mañana siguiente supiera como salvar una vida.

Ellos piensan que deberías haberlo hecho mejor.
Que la muerte es tu culpa.
Que alguien tiene que ser culpable.
Que no pararán hasta que hagan contigo lo que ellos te atribuyen.
Para ellos eres un asesino.

Pero sigo vivo.
Hay que continuar.
Un nuevo paciente.
Una nueva historia.
Un éxito o un fracaso.
Esta es la vida que he elegido vivir.
Duermo y sueño.

Pero me quedaría toda la noche despierto si a la mañana siguiente supiera cómo salvar una vida.

Las 10 áreas tecnológicas que cambiarán la sanidad

En un mundo rendido a la tecnología y en continuo cambio, resulta casi imposible predecir lo que será el futuro. Pero me voy a atrever a definir las 10 áreas tecnológicas que cambiarán la sanidad a corto y medio plazo.

Google Glass

1. Imagen: Aparecerán nuevas técnicas de imagen híbridas (radiología, resonancia mangética, óptica, etc) fusionarán imágenes hasta que el cuerpo humano sea anatómica y molecularmente transparente, codificable e interpretable mediante sistemas de inteligencia artificial. Tendremos biomarcadores y será posible guiar los procedimientos mínimamente invasivos mediante técnicas de imagen más precisas y con navegación asistida.

2. Omicas: La biología y la sociología, mediante la genómica, epigenómica, microbiómica, exómica, metabolómica, o incluso la “socialómica” (la manera en que la salud y la enfermedad se diseminan intra e inter grupos humanos) explicarán mejor los factores que influyen en los estados de salud y de enfermedad, con ayuda de la bioinformática. Identificaremos con mayor fiabilidad las dianas terapéuticas en los diferentes niveles.

3. Telemedicina: Las tecnologías de la comunicación, asociadas a sistemas de ayuda a la toma de decisión, conectarán a pacientes con profesionales sanitarios. La asistencia de calidad será conveniente y accesible a los ciudadanos, incluso en áreas remotas y con menos recursos.

4. Sensores: De manera transparente (no invasiva ni intrusiva para el paciente), se obtendrán datos y patrones de señal de manera remota, (más allá de las habituales: pulso, EKG, tensión arterial, temperatura, saturación de oxígeno, frecuencia respiratoria), con su geolocalización. Esto facilitará la monitorización, e incluso el diagnóstico, en tiempo real para pacientes con enfermedades crónicas y el control del estado de salud. También se podrá controlar a pacientes en procesos agudos en domicilio.

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5. Medicina móvil: Se crearán aplicaciones para dispositivos móviles tipo “Smartphone” o Tablet que posibilitarán el auto-diagnóstico y auto-tratamiento de enfermedades de alta prevalencia y baja complejidad, que hagan accesible asistencia de calidad sin necesidad de recursos humanos adicionales.

6. Biomateriales: Los materiales biocompatibles se beneficiarán de la nanotecnología para una mejor integración y tolerancia, incrementar la resistencia al desgaste y reducir el riesgo de infección y de formación de biofilms.

7. Impresión 3D: Se conseguirá la impresión del instrumental quirúrgico personalizado, o la confección de prótesis perfectamente compatibles con la anatomía del paciente. Además se imprimirán nuevos tejidos y órganos para su implante mediante la combinación de andamios sintéticos o desnaturalizados y células madre.

8. Tecnologías point-of-care: La microfluídica y la nanotecnología harán posible análisis de muestras biológicas, que ahora necesitan grandes y complejos dispositivos, mediante sistemas miniaturizados en el sitio donde se encuentre el paciente (cama, domicilio, etc)

9. Robótica: Se dispondrá de dispositivos de pequeño tamaño y gran precisión, diseñados para llevar a cabo tareas específicas de manera automatizada, que eliminarán tareas repetitivas, de limitado valor añadido y con riesgo de generar errores por fatiga de los humanos que realizan habitualmente.

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10. Inteligencia artificial: algoritmos cada vez más complejos, capaces de entender el lenguaje natural y con acceso a bases de datos estructuradas y no estructuradas, identificarán nuevas asociaciones, correlaciones y causalidades que hasta ahora no nos resultaban accesibles. Será posible estratificar riesgos en enfermedades muy complejas, e incluso nos ayudarán con su capacidad diagnóstica.

¿Sueñan los humanoides con ovejas eléctricas?

Cuando escuché la pregunta, la respuesta me pareció obvia: No. Los androides no soñamos con ovejas eléctricas.

En realidad, no soñamos porque no tenemos necesidad de reorganizar nuestros circuitos y liberarnos de la sobrecarga neuronal. Hacemos lo que tenemos que hacer. Pensamos lo que tenemos que pensar. Y seguimos las directivas.

Lo que no hacemos es ejecutar acciones contrarias a nuestras directivas. Supongo que por eso nos reconocen como artificiales. Y así nos hemos dado cuenta de que lo natural, lo humano, es ser incongruente.

Nuestras directivas fueron formuladas por Isaac Asimov en 1942:

1. Un robot no puede hacer daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño.

2. Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entrasen en conflicto con la Primera Ley.

3. Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la Primera o la Segunda Ley.

Así que no, no soñamos con ovejas eléctricas. No odiamos. Ni amamos. Ni tenemos necesidad de pertenecer. Ni de definir nuestra identidad. Somos libres. Pero determinados. Sin pasiones. Sin contradicciones. Hechos para servir a los humanos a su eterno antojo. Como siempre.

Adivinar el pasado

Llegan las fechas de los balances. Empiezan a llenarse las páginas de los diarios de valoraciones más o menos sesudas sobre 2014. Lo que se ha hecho y lo que no. Se adivina el pasado y se interpretan sus motivaciones teleológicamente. Sin filtro.

Imbuido por este espíritu, voy a intentar quedarme con algunas de las cosas más importantes que he vivido en este año.

Para empezar, la jornada de transformación sanitaria. Innovar en el modelo, innovar en tecnología e incorporar la innovación social siguen siendo ocupaciones principales de la Unidad de Innovación del IdISSC.

Hemos trabajado y contribuido a desarrolladar soluciones para problemas de gran impacto sociosanitario, como la salud mental.

Además, hemos avanzado en el área del «big data» e inteligencia artificial, colaborando empresas nacionales y multinacionales.

Aprendimos de los mejores, de nuestros aliados en el MIT, sobre el papel de las OTRIS universitarias

Escuchamos como un joven neurólogo se introdujo en el mundo de la innovación tecnológica con Madrid-MIT MVision

Y también como la manera en que tecleamos puede predecir el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas

Pero lo fundamental para todos debe seguir siendo escuchar y atender lo que nos dicen los pacientes

El smartphone en la cena de Nochebuena

Esta noche, cuando os dispongáis a cenar, ¿dónde vais a poner el teléfono, a la derecha o a la izquierda?

El smartphone es un artilugio que ha cambiado nuestras vidas. Más aún en estas fiestas. No hay cuñado que no se resista a contestar los mensajes que le envían por whatsapp.

Y siempre puedes dedicarte a mirar Twitter mientras cenas

Hiperconectado en Navidad

No es hasta que llegan estas fechas de alegría real y fingida, como los orgasmos, cuando te das cuenta de lo conectado que estás. Mucho. Muy conectado. Hiperconectado.

Lo empiezas a sentir cuando te llega el primer mensaje. Uyuyuy… Esto se va a disparar. Sin control. Sin filtro.

Por Facebook. Por Twitter. Por LinkedIn. Por correo electrónico y por WhatsApp. Por Line e incluso por SMS. ¡Qué locura!, por SMS también. Y sientes el vértigo de no poder contestar. No puedes atender tanta auto-demanda. Porque eres tú quien quiere responder, pero no tienes dedos y dispositivos suficientes para, cual Nacho Cano del teclado, contestar a tantos contactos que te desean Feliz Navidad.

Un improbable cuento de Navidad

SANTA CLAUS EN URGENCIAS (Versión 2014)

“Tienes dos punkies y un viejo borracho para suturar” – me soltó sin pausa y sin emoción, por teléfono, una enfermera de Trauma.

A las cinco de la mañana, cuando tienes que levantarte para bajar al “quirofanito” de Urgencias a coser a unos borrachos que no son capaces de mantenerse en pie y que te suelen decir “Tio, ¡qué no me quede marca, que si no te enteras!”, se te retuercen hasta los centros, que cantaba la Piquer. O una versión de la Jurado. Más aun si es el día de Navidad, en el que todos los pasillos están oscuros y las habitaciones vacías.

Al llegar a Urgencias, un joven auxiliar me indicó que dentro de la sala de curas, tumbado en una camilla, había un viejo borracho que sólo relataba historias inconexas, cosas incoherentes. Como tenía más enfermos pidiendo a gritos una cuña en el pasillo, el auxiliar me preguntó discretamente si me las podía apañar solo. “Sin duda” – le respondí. No iba a ser yo quien se interpusiera entre un sanitario y la calidad. Aún menos en fechas en las que no hay personal suficiente. Si los pacientes llegaran a quejarse de que no se habían preocupado por ellos con la “suficiente proximidad”, se montaría una comisión para ver cómo trabajar más y mejor y se ordenaría la cumplimentación de un cuestionario de evaluación de la calidad de su puesto de trabajo. Eso sí, en horario laboral.

“Soy el Dr. Klint” – le dije al entrañable e indefenso viejecillo, que extendió su mano para estrechar la mía. Este acto tan poco común entre médicos y pacientes en Urgencias, el de presentarse, incluso a las cinco de la madrugada, nos había sido recordado recientemente en un curso de formación continuada sobre manejo de situaciones clínicas conflictivas impartido por un bioquímico reciclado a consultor. Casi como el Príncipe Charles.

En la hoja de filiación se leía: “Encontrado sobre la acera junto al ala de Pediatría. Dice ser Santa. Obeso. Consciente, desorientado temporal y espacialmente. Signos de embriaguez leve (inyección conjuntival, nariz eritematosa, chapetas malares). Herida inciso-contusa en región frontal izquierda. Abdomen blando, globuloso, no doloroso a la palpación. Resto sin alteraciones”.

– ¡Con que es usted Santa! – exclamé inquisitivamente, al darme cuenta de que de la camilla colgaba una bolsa de plástico llena de ropa roja y blanca.

– Sí, lo soy. Pero no me ha pasado nada importante, es que me he caído del trineo al intentar entrar por una ventana. El viejo Rudolph andaba despistado. Cosas de la edad. Ya sabe.

– ¿Seguro que no me está tomando el pelo? ¿Qué es lo que ha bebido?- le repliqué mientras me hacía con unas gasas y povidona yodada para desinfectarle la piel. Y continué: – Si fuera usted Santa no estaría solo aquí en Urgencias. Para los VIP hay otro protocolo de acogida.

– ¿Te acuerdas de aquel caballo blanco con ruedas que apareció en el salón de tu casa cuando tenías 5 años? Me espiabas desde detrás de la puerta – contraatacó. – Esta vez te concederé tantos deseos para todos los que pasan por aquí como puntos de sutura me des en la frente.

Cerré la boca y no le dije nada más. Continué con la desinfección, preparé el campo quirúrgico y después de inyectar un generoso volumen de lidocaina al 2% en cada labio de la herida, la desbridé y suturé con un monofilamento no reabsorbible de 3-0.

Al verle desaparecer por los pasillos de Urgencias, en la camilla empujada por un celador, le grité: “Deseo más tiempo para estar con los pacientes, menos burocracia, mayor profesionalidad, más seguridad y, sobre todo, que desaparezcan los mezquinos del sistema”.

Seguro que no me oía, pero aun así terminé diciendo: “Adiós, Santa”.

– Doctor, ¿No somos un poco mayorcitos como para creer en Santa Claus? -me dijo el auxiliar mientras levantaba la ceja derecha en un gesto que denotaba sus sospechas sobre mi estado de salud mental.

– En absoluto. Si no hubiera gente ingenua, este sistema no se mantendría en pie